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domingo, 13 de junio de 2010

Capítulo 1//1.4


Escribe... Annsha

La anciana solo se limitó a sonreírle, su rostro se marcó de algunas arruguitas, Jonathan se sonrrojó, y le dijo:

- Señora, no lo debería haber hecho... soy un vagabundo que trae consigo demasiados problemas...-empezó este.

-¿¡CÓMO, QUÉ ME LLAMAS SEÑORA, CON LO JOVEN QUE SOY TODAVÍA YO!?- Gritó la anciana mujer con una voz descomunal.

Jonathan, aturdido, abrió mucho los ojos, y entonces lo que había sido una ancianita débil, buena y amable, se se convirtió en una viejita enfurecida. Detrás de estos había una sonrisa que daba a ver toda su blanca dentadura.

Jonathan, en estado de shock, abrió desmesudaramente lo ojos y también con una mueca la boca. Poco después, la mujer volvió de nuevo a su estado original como si no hubiese sucedido nada.

Capítulo 1// 1.3


Escribe... J.Adrián Cosano.

El joven, confuso y aturdido empezó a escudriñar todos los detalles de aquella situación el la que se encontraba: estaba reposando sobre algo "blando", en una habitación que parecía cálida y acogedora, con un olor delicioso en el aire, y una mano arrugada estaba tocándole la frente.

Se sentía realmente bien en aquella situación, por una vez en muchos días no pasaba frío... y sentía en la cara el irregular calor que emanaba un fuego ardiendo.

Jonathan abrió los ojos lentamente, convencido de que su suerte había cambiado tras tantos años no siendo más que un joven vagabundo.

Sus ojos empezaron a observar aquella sala: un fuego ardía con fuerza en una chimenea situada al otro lado de la habitación, numerosos objetos finamente decorados adornaban las paredes colgando de ella o situados en una repisa, una escoba situada al lado de la puerta y... una anciana señora mirándole fijamente apenas sin pestañear... no pudo reprimir un grito de sorpresa al ver ese rostro tan arrugado tan cerca del suyo.

- Aaaah... - gritó antes de caerse del lecho donde reposaba por el lado contrario a la anciana, una vez repuesto, se asomó por encima del colchón y preguntó- ¿ Quién es usted?


Capítulo 1//1.2


Escribe... Alicia Alina

Jonathan tenía miedo, pero no estaba dispuesto a aceptarlo. Le había costado mucho llegar hasta allí, y no pensaba darse por vencido ahora que le quedaba tan poco para llegar a la meta, aquella que le había estado esperando durante tanto tiempo. Se limpió el sudor de la frente y apretó los dientes. El calor le apresaba, le sofocaba... en una oscuridad que no se dignaba en desaparecer, el chico saltó de nuevo otro tejado, sin fuerzas. le fallaban las piernas, los ojos se convertían en objetos sin utilidad y se le nublaba la vista.
Tropezó con una teja, y casi a cámara lenta, su cuerpo cayó pesadamente sobre un techo poco resistente. "No" Se dijo a sí mismo, desesperado "debo de seguir, ahora que estoy tan cerca del final... no puedo abandonarlo" pero no conseguía que ninguna de sus articulaciones le hiciera caso. Jonathan chocó contra el frío de las tejas, y sintió como algo se resquebrajaba, no sabía bien si era dentro de él, si era fuera.
La realidad era que el techo se partía, cediendo poco a poco, pese a que el muchacho era pequeño y delgado.
Antes de perder la consciencia, Jonathan volvió a murmurar que tenía que conseguir salir adelante, pero era demasiado tarde. Había ido a parar a una estancia pequeña, donde un fuego crepitaba, haciendo a su vez de luz y estufa. No pudo ver nada más, pues la oscuridad anegó sus ojos.

***

Alguien cocinaba... y aquel olor le recordó a su madre, perdida en algún lugar de aquel mundo, lejos de Malachet y de todo lo conocido. Jonathan abrió los ojos e intentó inclinarse, pero su cuerpo no le respondía. Una mano extraña y cálida tocó su pelo blanco y su frente, y comprobó que la fiebre le iba bajando poco a poco.

Capítulo 1//1.1


Escribe: Annsha

Jadeando miró hacía detrás y vió la mirada posesa de los canes, un brillo metalico y ambarino, con un gran suspiro se dijo a si mismo que debía correr, por lo que más quisiera, si no iría a Leningorb. La calle, totalmente a oscuras, a pesar de que había algún que otro rayito de Sol, se enpinaba cuesta arriba, sudaba por todas partes, frenético miró hacía atrás, pero los canes no estaban y, al lado por una bocacalle, se abalanzaron sobre él...
...pero este fue más rápido, lanzó una patada voladora que acertó en el ocico de uno de ellos, y una giratoria que barrió a unos pocos de ellos. Con las pocas fuerzas que le quedaban, se agarró a uno de los balcones de una de las casas del lugar y escaló por ella, y se metió por la ventana de la casa, desde ese momento guardó muchísimo silencio, si no los habitantes de esta despertarían y lo descubrirían, entonces si que todo estaría perdido.

A pesar de que los perros ladraban con todas sus ganas, nada se movió en las estancias, salió por un balcón de la vivienda y saltó a otra casa, pero no a su interior, sino al tejado. Así todo lo que quedaba de alba se dedicó a saltar de casa en casa sin ser visto por los Señores de la Oscuridad, que sobrevolaban los cielos de la ciudad buscándolo, montados en sus místicas gárgolas.
Cuando era de día sería más difícil esconderse, así que Jonathan se apresuró, intentando llegar vivo al Refugio.

capítulo 1//1.0


Escribe... J.Adrián Cosano.

La mañana era fría... como todas las mañanas de invierno en la ciudad de Malachet. Jonathan empezó a moverse lentamente en su frío y húmedo lecho de hierba, sujetándose con todas sus fuerzas al sueño que le alejó de la realidad durante esa noche.

Poco a poco, mientras volvía a hacerse dueño de su propio cuerpo tras otra noche a la imterperie, empezó a desperezarse en el suelo. El frío tacto de las briznas de hierba con su piel le producía escalofríos y a la vez una burlona sonrisa: había vencido a la muerte una noche más.

Una vez despierto del todo Jonathan intentó ponerse de pie apoyándose en su mano derecha, pero encontró esta tarea más difícil de lo normal. El joven cayó de nuevo al suelo sorprendido, miró su mano y descubrió en su palma un corte, un profundo corte que aunque no sangraba dolía y causaba punzadas acompasadas con el ritmo de su corazón.

- ¿Y esto?- se preguntó el joven el ver la herida- ¿Cómo me lo hice?...no me acuerdo...

En ese momento un sonido atrajo toda su atención, y no era ni mucho menos un sonido agradable: era el ladrido de numerosos perros, acompañados por varios guardias del rey.

El pánico rebosó del corazón de aquel muchacho, se levantó de un brinco y se puso a correr entre la densa niebla, tratando de dejar atrás aquellos ladridos y a sus mortíferos acompañantes. Si le alcanzaban sería su fin en la vida en las calles, sí, pero prefería dormir mil noches en las calles antes que dormir en una celda del la oscura torre de Leningorb, la cárcel del Rey, dónde nadie pasaba más de una noche sin ser ejecutado al alba del día siguiente.

A cada paso que daba su respiración se entrecortaba cada vez más, y un intenso cansancio en todas las extremidades del muchacho le hicieron bajar paulatinamente el ritmo de su carrera hasta que finalmente decidió descansar apoyado en un oscuro muro de una iglesia abandonada.