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domingo, 4 de julio de 2010

Despedida.

Escribe... Alicia Alina.

Sí, sé que a lo mejor puede que esto haya durado poco tiempo para mí, pero la realidad es que me ha defraudado mucho, no tengo nada en contra de ningún autor, y todos me siguen cayendo igual de bien porque son mis amigos, pero bueno...Aquí dejo mis razones por las que me voy:

EN TERMINOS GENERALES...

1. No quiero que la gente haga cosas raras con una "novela" (lo digo entre comillas porque aún no está terminada) que hemos hecho, "trabajando" en ella. (lo digo entre comillas, también).

2. Aquí la gente no participa (salvo en algunos casos sueltos) hay que decirles que venga, que te toca escribir... porque si no ni siquiera se molestan en pasarse a ver que tal.

3. No hacen bien las cosas. No publican, sino que guardan en borrador, no ponen las imágenes, no ponen el texto justificado, no hacen bien lo del escribe... [Pepita](salvo, repito, en algunos casos concretos y ocasiones concretas) Y si todo está bien, la mayoría justificado, es porque yo lo repaso y corrijo las faltas que veo a primer ojo (que son muchas) pongo las imágenes, justifico el texto, en los casos de borrador le doy a publicar... y yo no me puedo encargar de todo, como comprenderéis.

4. Tengo ahora mis novelas y mi blog (que va cobrando importancia, con 31 seguidores ^^) y mi vida personal y mis cosas, y no puedo estar pendiente de arreglar todas esas cosas. Como digo, no me importa para nada escribir, puesto que le hechas cinco minutos y ya tienes tu entrada y tu parte hecha, pero me tiro mucho tiempo arreglando lo de los demás, así que no.

5. He hecho un vídeo de "promoción" como un trailer, y nadie se ha molestado en decirme absolutamente nada. Igual que con lo de "datos" o la wikipedia. Pues no, tardes enteras echadas en eso y nada de nada. Lo siento, pero yo no puedo perder mi tiempo y encima perderlo para nada. Por otra parte, también LO HE PROTEGIDO, y tampoco nada. Yo no voy a hacer un trabajo porque sí, a ver...

Por lo cual, dejo de seguir el blog y de participar en él.

PODÉIS SEGUIR VOSOTROS, PUES ESTO NO INTERRUMPE.
Pero lo anuncio para que se sepa porque no sigo con esta propuesta y dejo mis razones.

Besos y gracias por leer, Alicia Alina.



sábado, 3 de julio de 2010

Capítulo 3// 1.0

Escribe... Annsha

Y como no, direron esquinazo a los guardianes. Salieron hacia el campo, a las afueras de la peligrosa ciudad, caminaron todo lo que quedaba de día, Jonathan, cansado ya de tanto andar le hizo una señal a Mi, para que parase, la anciana, nada fatigada, le miró con una mirada amenazadora, y le dijo:

- Jonathan, siquieres escapar, debemos huir a toda prisa, ¿os qué quieres que el verdugo del Rey te haga picadillo con su hacha?- Le preguntó seriamente la anciana.

-¡Claro que no!-respondió él.-No deseo eso ni mucho menos...- se dispuso a repiclar Jonathan.

-¡ENTONCES MUEVE TU TRASERO!- Le gritó la anciana Mi, casi al oido. Se fijó entonces otra vez en los perfectos y blancos dientes que tenía... y en sus prominentes colmillos...

Jonathan se dispuso a recorrer el camino como una centella, y Mi, lo soguió, al poco tiempo, llegaron al los confines más solitaios del Bosque de las Cabezas Cortadas. Ambos se dispusieron a montar una sencilla acampada en medio de un claro del abrupto bosque, con los pocos materiales que disponían hicieron lo que pudieron y no les quedó nada mal. Y la noche se les echó encima, comieron una porción de las pocas provisiones que llevaban y se echaron a dormir.


lunes, 21 de junio de 2010

Capítulo 2//1.9

Escribe: J.Adrián Cosano

Jonathan avanzó hacia la mujer con paso tembloroso, notando frío en todo su cuerpo; parecía que volvía a tener fiebre, y menudo momento.

Rápidamente ayudó a Mi a preparar todos los objetos que necesitarían para sobrevivir durante varios días, puede que incluso semanas. En poco tiempo estuvo todo listo y los dos emprendieron una marcha rápida bajando la empinada calle que se situaba tras la puerta de la casa de Mi.

Corrieron durante unos minutos, pero aflojaron la marcha al no escuchar a los guardias en los alrededores con el fin de ahorrar energía si se producía el fatídico encuentro con las fuerzas del "orden".

A medida que avanzaban por la ciudad el astro Rey iba descendiendo poco a poco mientras que el cielo a su paso cambiaba de un tono rosado a uno anaranjado, luego a púrpura y finalmente a un azul oscuro manchado con pequeñas gotas luz.
Al llegar a los muros de la ciudad descubrieron que no había guardias, por lo cual decidieron que lo más adecuad era abandonar la oscura ciudad, para volver una vez pasado el revuelo de aquella noche. Tal vez harían falta varias semanas, pero eso ya se descubriría en el incierto y sombrio futuro de aquella pareja de viajeros...

domingo, 20 de junio de 2010

Capítulo 2//1.8

Escribe... Alicia Alina.

Jonathan se incorporó bruscamente. Mi aguardaba en la puerta, sin moverse. Sus manos temblaban con benevolencia.

- ¿Es... eso una carta del rey? - preguntó, esperando que la respuesta fuera una negativa y que su corazonada no se cumpliera.
- Si lo es.

A Jonathan se le vino el mundo abajo de repente. No sabía cual eras las consecuencias de aquella carta, tampoco lo que ponía en su interior, pero sabía que no albergaba nada bueno. Se vio como una mosca que había caído en la red de una enorme telaraña. ¿Y si aquella mujer, amable, no era más que una tapadera? A lo mejor el rey lo sabía todo, y si no era así, la antes amable Mi lo había informado ¿Qué sentido tenía, entonces, todo aquello? Era lo único que hacía que las piezas del puzzle encajaran.
Jonathan empezó a temblar casi sin darse cuenta. La vieja estaba demasiado enfrascada en la lectura de aquella lectura como para siquiera darse cuenta. Por la cabeza del chico pasaron muchas ideas. ¿Y si escapaba? No resultaba una idea muy mala... aunque seguramente no conseguiría llevarle a ningún lado. Quería huir, sin miedos, encontrarse en un lugar donde no hubiera necesidad de esconderse o de ocultarse a los ojos de otros.

- Tenemos que irnos- dijo la vieja, de repente. El miedo puso la flor de piel al muchacho. No podía confiar en nadie. No debía de confiar en nadie. Seguro que aquella mujer con patas de gallo y ojos dulces le llevaba a una muerte segura. Una parte de él le decía que huyera. Otra que se quedara allí, que no había peligro. La segunda parte llevaba cierta razón. La vieja no le iba a hacer daño, pero el eso no lo sabía.
- Lo siento, yo...- balbuceó, zafándose de la mirada de la mujer. - No puedo huir, si es eso lo que desea. - Jonathan deseaba correr, huir, alejarse de allí lo más rápido posible, en un tiempo fugaz. Pero no podía arriesgarse a que dieran la voz de alarma.

jueves, 17 de junio de 2010

Capítulo 2//1.7


Escribe... Maribel Fernandez


Jonathan no se lo podía creer, ¡estaba junto a una espía contratada por el hombre que lo quería ejecutar!

-¿Por qué no estás haciendo tu trabajo y, sin embargo, ayudas a un fugitivo de tu jefe?¿Por qué no estás en la corte, donde deberías estar trabajando?-preguntó aturdido.

Mi, quedó pensativa, o intentando parecerlo, durante unos largos e intensos minutos. Una de sus manos, arrugadas y blandas, estaba posada suavemente sobre su barbilla y, encerrada en el otro puño, un pequeño guardapelo en forma de corazón. Al final, abrumada por el silencio cada vez mayor, decidió abandonar su postura y dirigirse hacia el fuego para echar en él un poco del tarro de miel que había llevado.

-A veces, la vida personal se interpone en la vida laboral y no deja vivir en paz como todo el mundo desearía- dijo Mi. -Además, estaba cansada de espiar a gente inocente por capricho del Rey, tuve que callar multitud de secretos que no son buenos que salgan a la luz...

En ese momento sonó la puerta y ella se dirigió a la entrada. Era un hombre moreno, de mediana edad, que le hizo entrega de una carta sellada con lacre. Mi quedó paralizada bajo el dintel observando absorta el sello.

-¿Qué ocurre?- Dijo Jonathan un poco preocupado. Al ver que no se movia decidió ir hasta su posición y la llevó hacia la cocina.-¡¿Mi, qué ocurre ?!

Mi reaccionó a este ultimo grito como si cogiese aire por última vez antes de sumergirse en el agua.

-Es una carta del Rey.

Jonathan quedó horrorizado, ¿acaso habían descubierto su escondite? No, no podía ser eso, había tenido demasiado cuidado en que no le descubrieran en su huida por las calles de la ciudad. Definitivan¡mente, no podía ser.

Capítulo 2//1.6


Escribe... Annsha

Mi siguió ingnorando su pregunta. Lavaba los cazos omisa a su huésped. Alzó la mirada hacia una ventana en la reducida cocina de la casita, por donde entreban los calurosos rayos del radiante Sol. Se volvió hacía Jonathan se sentó junto a él en una mesa baja, y le miró.

Se quedó así durante unos larguísimos minutos, y al fin habló:

-...y bien ¿qué quieres saber?- le inquirió esta.

Jonathan vaciló un momento por la repuesta de Mi. Respiró hondo y le dijo:

-Sobre todo... pero empieza por el principio..., por favor... -respondió este entrecortado.

Mi frunció el ceño y inspiró mucho aire, le iba a contar a un niñato cualquiera toda la verdad sobre su vida, pero pensó... <<"No, mejor le dejo con la intriga... el final...">> Y empezó a hablar...

- Ya sabes mi nombre y todo lo demás Jonathan..., cuando sólo tenía catorce años, me inscribí como una estudiante cualquiera para ser espía de la corte...

Ambos se fueron sumenrgiendo en las memorias de Mi... que son muy, pero que muy largas...

-...yo era una de las mejores espías de la corte. Cuando quieras te traeré mi diploma firmado por mi profesor Íliro, uno de los espías más importantes con vida... más tarde, cuando ya me hice profesional, fui a conocer mundo... por tantos sitios investigando fijate que ¡Hasta aquí he llegado!

Capítulo 2//1.5


Escribe... Alicia Alina

Mi no tardó demasiado en llegar. Cargada, traía consigo cestos de frutas recién recogidas de campos verdes, pan crujiente y mantequilla. Un tarrito de miel para sus toses repentinas.
Jonathan se apresuró a levantarse y ayudó a la mujer a reocger aquellas cosas que, debidos a que no cambían en los cestos o en las bolsas de papel, caían hacía el lado, atraídas por la gravedad de aquel mundo extraño. El chico cogió una manzana al vuelo y se la lanzó a la viejita, que tuvo demasiados reflejos.
El chico empezó a sospechar, pero no pensó en el rey, solamente en ayuda, y en que aquella mujer era más que un rostro amable surcado de arrugas. Aún así siguió recogiendo e hizo como si no hubiera sucedido nada. Terminó de recoger otras cosas que habían caído y se sentó de nuevo en la cama. No tenía consciencia de haber oído ruidos de salida, pese a estar dormido, su sueño nunca había sido pesado.

- Sigo sin comprender.- Exclamó entonces Jonathan, intentando que aquellos turbios pensamientos dejaran en paz su mente. - sigo sin entender nada. ¿Por qué usted me ayudó? No soy más que una carga, una mera carga... le puedo costar caro.

La vieja siguió a lo suyo, negándose a dar explicaciones. depositó cuidadosamente los tarros de miel encima de la amorfa estantería.

Capítulo 2//1.4


Escribe... Maribel Fernandez

Al despertar, Jonathan buscó con la mirada a su salvadora, a la que no encontraba por ninguna parte. Decidió levantarse para buscarla a fondo en la minúscula casa. Esta tenía un corto y estrecho pasillo en el que conectaban dos habitaciones más. En este punto decidió ir haci la puerta de la derecha que era la de color más vivo pero, al llegar a la puerta, escuchó unos pasos que iban desde el interior de la habitación hasta su posición. Salió corriendo hasta la cocida, con cuidado de no hacerse daño en la espalda (sitio en el que se hizo daño al caer de encima del tejado de Mi), y se sentó en la cama preparada al lado de la lumbre, esperando a la llegada de Mi.

miércoles, 16 de junio de 2010

Capítulo 2//1.3

Escribe: J. Adrián Cosano

El joven se incorporó dolorido de la cama, no sabía a qué se debía este dolor pero se sentía igual que aquel día en el que unos mendigos de la ciudad le habían apaleado hasta dejarlo inconsciente para poder robarle sus botas.

Jonathan empezó a andar lentamente, el dolor era bastante molesto y le impedía moverse con soltura, pero tras muchos esfuerzos desentumeció sus doloridos músculos y pudo moverse con mayor facilidad.

Se dirigió hacia aquella extraña mujer que le había salvado de los guardias. Aún no le había dado las gracias por salvarle de aquella situación tan difícil, pues de no ser por su ayuda, en ese momento estaría en una fría celda de piedra y acero esperando su turno con el verdugo. Los presos nunca sabían cómo iban a morir en la cárcel del reino, simplemente les colocaban un saco negro como el carbón en la cabeza, le ataban unos pesados grilletes en ambos brazos y en ambas piernas y les ordenaban caminar. Una vez realizado el paseo, el reo era liberado de aquella oscura capucha en una habitación luminosa. En el tiempo que un preso se acostumbraba a la nueva luz y miraba horrorizado al musculoso asesino éste aplicaba la pena: o bien un tajo en el cuello, o el destripamiento o bien contándole la cabeza al prisionero...

Jonathan no creía esta versión de la cárcel, puesto que si nadie había salido nunca de ella; cómo se conocían todos aquellos detalles de las penas de muerte del Rey.

Se dirigió con paso firme hacia Mi y con un hilo de voz dijo:
- Esto... Mi...- la nombrada se dio la vuelta sorprendida al escuchar la voz del joven tan cerca de su sitio y puso una mirada de pura sorpresa al ver al joven levantado de la cama y a apenas dos pasos de ella- Gracias... por salvarme... te estoy muy agradecido, pero he de irme.

- No... -contestó ella- tu no te vas de aquí hasta que estés recuperado de tantos meses en las calles de la ciudad- finalizó tajante y estrictamente la viejita.

Nuestro protagonista se quedó ahí, sin saber cómo poder reaccionar ante aquella nueva "orden" de su salvadora. Tras unos segundos de meditación, el joven volvió a la cama refunfuñando entre dientes. Se metió bajo las sábanas y cerró los ojos al notar que el cansancio se volvía a apoderar de su cuerpo a través de un prolongado bostezo.

Poco tiempo duró Jonathan despierto...

Capítulo 2//1.2

Escribe... Alicia Alina

Mi volvió de nuevo a la encimera y depositó el último mangar del muchacho. Descansó sobre su mano, ahora apoyada en el rudo metal, y suspiró como si estuviera enamorada, o tremendamente desesperada.
Jonathan se decantó por la segunda opción.

- No entiendo como fue capaz de hacer eso.
- Te repito, jovenzuelo, que yo no soy cualquier vieja arrugada y canosa- medio gritó. Paró para respirar y continuó-hay muchas cosas que jamás sabras sobre mí. Ni tú ni nadie. Hice eso porque se lo debía a alguien que, por supuesto, no es de tu incumbencia-añadió cuando notó que el muchacho iba a hablar.

Jonathan pasó su mano por el pelo mojado y blanco y sintió como el calor y el sudor se apoderaban de nuevo de su cuerpo. Se pasó una mano por la frente y tragó saliva, intentando asimilar lo ocurrido.
Aquella mujer le había salvado la vida.
De aquello, desde principio, no había duda alguna.

martes, 15 de junio de 2010

Capítulo 2//1.1

Escribe J.Adrián Cosano...

El sueño volvió a hacerse dueño del cuerpo de nuestro pequeño protagonista, tantas emociones, tantos sentimientos, tantos sucesos en tan poco tiempo eran demasiados para un niño...

Pasaron las horas y el joven se despertó, y notando que unos grandes ojos le vigilaban decidió fingir su sueño durante unos minutos más, aprovechando este valioso tiempo para pensar su próximo movimiento.

Tras mucho pensar, decidió permanecer con aquella... peculiar señora.

Abrió los ojos rápidamente, no como la última vez, y miró cara a cara a la mujer. Los ojos de la mujer mostraban una gran satisfacción por ver como el muchacho había vuelto a despertar y el joven le devolvía la mirada... una mirada que reflejaba agradecimiento y cierto grado de bondad hacia su salvadora.

- ¿Qué... qué ha pasado? ¿Dónde estoy? ¿ Quién es usted?-miles de preguntas aparecieron en la mente del joven, pero por ahora bastaría con conocer esas tres respuestas...

- Pues... te caíste de mi tejado enfrente de mi puerta, abrí y al verte decidí meterte dentro; poco después de cerrar la puerta oí como un grupo de guardias bajaba la calle corriendo acompañados de esos odiosos canes. Yo me llamo Mimarna... pero puedes llamarme Mi- dijo la joven son una amplia sonrisa en su rostro.

Ahora el joven Jonathan sabía más de su salvadora, pero no podía preguntar más por ahora, sería descortés. Eso era lo poco que recordaba de su etapa con su madre. Aun así el joven abrió la boca pretendiendo saber más sobre aquella extraña señorita pero sus palabras no brotaron de su boca, un ruido sordo brotó de su estómago.

La joven se rió, cosa que enfurruñó al joven, mientras se dirigía hacia un caldero puesto en el fuego, tomó un cuenco y rápidamente echó en él varias cucharadas de aquella comida tan aromática.

Al acercarse con el tazón el las manos, al joven se le hizo la boca agua y apenas le faltó tiempo para tomar entre sus manos el tazón y tragarse todo el líquido que acompañaba a multitud de trozos de vegetales de todo tipo y varios pedazos de carne.

La joven Mi sonrió al ver el apetito de su huésped y no dudó en ofrecerle otro tazón si él quería.

Así empezó la masacre del joven Jonathan hacia doce tazones de estofado de carne; el apetito del muchacho dejó boquiabierta a la mujer, que no entendía como podía caber tanta comida en un cuerpecito tan pequeño.

domingo, 13 de junio de 2010

Capitulo 2//1.0


Escribe... Alicia Alina

Jonathan tuvo que reconocer que la mujer, antes de ser una mujer vieja y canosa, llena de arrugas, debía de ser muy apuesta. Ambos se miraron durante unos instantes, sin saber que hacer. Al final Jonathan bajó la mirada, sin poder soportar más aquel hilo que había unido sendos cuerpos. Echó la cabeza hacia atrás y se recostó de nuevo en la cama, construida con paja fresca y limpia. Estaba demasiado cansado para huir e, incluso, para poder emitir ningún sonido más. Sus párpados se cerraron como si fueran de plomo y se sumió en un extraño sueño. No estaba despierto. Tampoco estaba dormido.
Jonathan sintió como la chica le agarraba y le levantaba en vilo, como si su cuerpo no fuese más que una leve pluma blanca. El contacto de ambas pieles le produjo escalofríos. Ella era pálida, pero la piel blanca del muchacho, debido a que era albino, la hacía parecer morena. El chico intentó decir algo, pero solamente logró balbucear palabras sueltas que nadie comprendió. Jonathan solamente quería huir, encontrar a su madre y cumplir la misión que le habían encomendado. No sabía lo que aquella mujer iba a hacer con él y tenía miedo, mucho miedo. ¿Le llevaría ante el Rey cuando supiera quien era?. Se estremeció solamente de pensarlo.

- Tranquilízate, Jonathan, por Dios...- murmuró la viejita, que en aquellos momentos lo depositaba sobre otra cama mucho más construida, agradable y blanda- no te pasará nada...

El chico no tuvo tiempo de preguntarse como sabía si nombre, ni si aquel último comentario había sido cosa de coincidencias o de algo más... el extraño estado en el que se encontraba le venció de nuevo, y la oscuridad le impidió ver nada más.

- Solamen...te... quiero volver...a... cas...a- gimió antes de caer dormido, tal vez de cansancio.
La vieja le pasó la mano por el pelo como momentos antes había hecho y sonrió. Le dio un pequeño beso en la frente y volvió a comprobar que no tenía fiebre.

Capítulo 1//1.4


Escribe... Annsha

La anciana solo se limitó a sonreírle, su rostro se marcó de algunas arruguitas, Jonathan se sonrrojó, y le dijo:

- Señora, no lo debería haber hecho... soy un vagabundo que trae consigo demasiados problemas...-empezó este.

-¿¡CÓMO, QUÉ ME LLAMAS SEÑORA, CON LO JOVEN QUE SOY TODAVÍA YO!?- Gritó la anciana mujer con una voz descomunal.

Jonathan, aturdido, abrió mucho los ojos, y entonces lo que había sido una ancianita débil, buena y amable, se se convirtió en una viejita enfurecida. Detrás de estos había una sonrisa que daba a ver toda su blanca dentadura.

Jonathan, en estado de shock, abrió desmesudaramente lo ojos y también con una mueca la boca. Poco después, la mujer volvió de nuevo a su estado original como si no hubiese sucedido nada.

Capítulo 1// 1.3


Escribe... J.Adrián Cosano.

El joven, confuso y aturdido empezó a escudriñar todos los detalles de aquella situación el la que se encontraba: estaba reposando sobre algo "blando", en una habitación que parecía cálida y acogedora, con un olor delicioso en el aire, y una mano arrugada estaba tocándole la frente.

Se sentía realmente bien en aquella situación, por una vez en muchos días no pasaba frío... y sentía en la cara el irregular calor que emanaba un fuego ardiendo.

Jonathan abrió los ojos lentamente, convencido de que su suerte había cambiado tras tantos años no siendo más que un joven vagabundo.

Sus ojos empezaron a observar aquella sala: un fuego ardía con fuerza en una chimenea situada al otro lado de la habitación, numerosos objetos finamente decorados adornaban las paredes colgando de ella o situados en una repisa, una escoba situada al lado de la puerta y... una anciana señora mirándole fijamente apenas sin pestañear... no pudo reprimir un grito de sorpresa al ver ese rostro tan arrugado tan cerca del suyo.

- Aaaah... - gritó antes de caerse del lecho donde reposaba por el lado contrario a la anciana, una vez repuesto, se asomó por encima del colchón y preguntó- ¿ Quién es usted?


Capítulo 1//1.2


Escribe... Alicia Alina

Jonathan tenía miedo, pero no estaba dispuesto a aceptarlo. Le había costado mucho llegar hasta allí, y no pensaba darse por vencido ahora que le quedaba tan poco para llegar a la meta, aquella que le había estado esperando durante tanto tiempo. Se limpió el sudor de la frente y apretó los dientes. El calor le apresaba, le sofocaba... en una oscuridad que no se dignaba en desaparecer, el chico saltó de nuevo otro tejado, sin fuerzas. le fallaban las piernas, los ojos se convertían en objetos sin utilidad y se le nublaba la vista.
Tropezó con una teja, y casi a cámara lenta, su cuerpo cayó pesadamente sobre un techo poco resistente. "No" Se dijo a sí mismo, desesperado "debo de seguir, ahora que estoy tan cerca del final... no puedo abandonarlo" pero no conseguía que ninguna de sus articulaciones le hiciera caso. Jonathan chocó contra el frío de las tejas, y sintió como algo se resquebrajaba, no sabía bien si era dentro de él, si era fuera.
La realidad era que el techo se partía, cediendo poco a poco, pese a que el muchacho era pequeño y delgado.
Antes de perder la consciencia, Jonathan volvió a murmurar que tenía que conseguir salir adelante, pero era demasiado tarde. Había ido a parar a una estancia pequeña, donde un fuego crepitaba, haciendo a su vez de luz y estufa. No pudo ver nada más, pues la oscuridad anegó sus ojos.

***

Alguien cocinaba... y aquel olor le recordó a su madre, perdida en algún lugar de aquel mundo, lejos de Malachet y de todo lo conocido. Jonathan abrió los ojos e intentó inclinarse, pero su cuerpo no le respondía. Una mano extraña y cálida tocó su pelo blanco y su frente, y comprobó que la fiebre le iba bajando poco a poco.