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martes, 15 de junio de 2010

Capítulo 2//1.1

Escribe J.Adrián Cosano...

El sueño volvió a hacerse dueño del cuerpo de nuestro pequeño protagonista, tantas emociones, tantos sentimientos, tantos sucesos en tan poco tiempo eran demasiados para un niño...

Pasaron las horas y el joven se despertó, y notando que unos grandes ojos le vigilaban decidió fingir su sueño durante unos minutos más, aprovechando este valioso tiempo para pensar su próximo movimiento.

Tras mucho pensar, decidió permanecer con aquella... peculiar señora.

Abrió los ojos rápidamente, no como la última vez, y miró cara a cara a la mujer. Los ojos de la mujer mostraban una gran satisfacción por ver como el muchacho había vuelto a despertar y el joven le devolvía la mirada... una mirada que reflejaba agradecimiento y cierto grado de bondad hacia su salvadora.

- ¿Qué... qué ha pasado? ¿Dónde estoy? ¿ Quién es usted?-miles de preguntas aparecieron en la mente del joven, pero por ahora bastaría con conocer esas tres respuestas...

- Pues... te caíste de mi tejado enfrente de mi puerta, abrí y al verte decidí meterte dentro; poco después de cerrar la puerta oí como un grupo de guardias bajaba la calle corriendo acompañados de esos odiosos canes. Yo me llamo Mimarna... pero puedes llamarme Mi- dijo la joven son una amplia sonrisa en su rostro.

Ahora el joven Jonathan sabía más de su salvadora, pero no podía preguntar más por ahora, sería descortés. Eso era lo poco que recordaba de su etapa con su madre. Aun así el joven abrió la boca pretendiendo saber más sobre aquella extraña señorita pero sus palabras no brotaron de su boca, un ruido sordo brotó de su estómago.

La joven se rió, cosa que enfurruñó al joven, mientras se dirigía hacia un caldero puesto en el fuego, tomó un cuenco y rápidamente echó en él varias cucharadas de aquella comida tan aromática.

Al acercarse con el tazón el las manos, al joven se le hizo la boca agua y apenas le faltó tiempo para tomar entre sus manos el tazón y tragarse todo el líquido que acompañaba a multitud de trozos de vegetales de todo tipo y varios pedazos de carne.

La joven Mi sonrió al ver el apetito de su huésped y no dudó en ofrecerle otro tazón si él quería.

Así empezó la masacre del joven Jonathan hacia doce tazones de estofado de carne; el apetito del muchacho dejó boquiabierta a la mujer, que no entendía como podía caber tanta comida en un cuerpecito tan pequeño.

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