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domingo, 20 de junio de 2010

Capítulo 2//1.8

Escribe... Alicia Alina.

Jonathan se incorporó bruscamente. Mi aguardaba en la puerta, sin moverse. Sus manos temblaban con benevolencia.

- ¿Es... eso una carta del rey? - preguntó, esperando que la respuesta fuera una negativa y que su corazonada no se cumpliera.
- Si lo es.

A Jonathan se le vino el mundo abajo de repente. No sabía cual eras las consecuencias de aquella carta, tampoco lo que ponía en su interior, pero sabía que no albergaba nada bueno. Se vio como una mosca que había caído en la red de una enorme telaraña. ¿Y si aquella mujer, amable, no era más que una tapadera? A lo mejor el rey lo sabía todo, y si no era así, la antes amable Mi lo había informado ¿Qué sentido tenía, entonces, todo aquello? Era lo único que hacía que las piezas del puzzle encajaran.
Jonathan empezó a temblar casi sin darse cuenta. La vieja estaba demasiado enfrascada en la lectura de aquella lectura como para siquiera darse cuenta. Por la cabeza del chico pasaron muchas ideas. ¿Y si escapaba? No resultaba una idea muy mala... aunque seguramente no conseguiría llevarle a ningún lado. Quería huir, sin miedos, encontrarse en un lugar donde no hubiera necesidad de esconderse o de ocultarse a los ojos de otros.

- Tenemos que irnos- dijo la vieja, de repente. El miedo puso la flor de piel al muchacho. No podía confiar en nadie. No debía de confiar en nadie. Seguro que aquella mujer con patas de gallo y ojos dulces le llevaba a una muerte segura. Una parte de él le decía que huyera. Otra que se quedara allí, que no había peligro. La segunda parte llevaba cierta razón. La vieja no le iba a hacer daño, pero el eso no lo sabía.
- Lo siento, yo...- balbuceó, zafándose de la mirada de la mujer. - No puedo huir, si es eso lo que desea. - Jonathan deseaba correr, huir, alejarse de allí lo más rápido posible, en un tiempo fugaz. Pero no podía arriesgarse a que dieran la voz de alarma.

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